Estábamos en el
pasillo. Edgard había cerrado la Puerta tres de sí. Llevaba en brazos a Alice
que aun seguía inconsciente. Puso ojos verdes parecían furiosos cuando se clavaron
en mí.
-¿Sabes en el
peligro que nos has puesto?-Preguntó mientras sus venas del cuello se marcaban.
Estaba enfadado – No me puedo creer que hayas sido tan estúpida.
-Yo no pensaba
que pasaría esto- intenté defenderme pero tenía razón. Una lágrima cayó por mi
mejilla al ver a Alice inconsciente. Mi corazón latía fuertemente ante una
posible pregunta.
-No, no se
convertirá en un vampiro- Respondió la chica de ojos miel y los dos nos giramos
y nos volvimos a dar cuenta de su presencia.
-Tiene razón-
Confirmó Edgard aunque frunció el ceño- Aunque lo de la sangre… Es posible que
no vuelva a ser normal. Quizás una hibrida.- Al escuchar eso mi cara se tensó.
La posibilidad de que mi mejor amiga se convirtiese en eso por mi culpa…Me
mataba.
-Esperad una
semana. Si no tiene cambios, está bien- Dijo la chica- Por cierto- me miró- me
llamo Marine.- Dijo, intenté decir mi nombre pero ella se me adelantó- Angela,
lo sé te he perseguido durante años.
-¿Por qué?-
Preguntó Ada temblando con sus delgadas piernas, avanzando hacia nosotros.
-Es difícil de
explicar…- Se disculpó ella.
-Tenemos tiempo-
Dijo Edgard aun con Alice en brazos. Marine suspiró
-¿Crees en las
historias imposibles, Ángela? – Preguntó mirándome con una mezcla de temor a mi
respuesta.
-Depende de cuáles.
-Una historia
sobre una niña que hasta los seis años vivió con su hermana. Sin padres. Solo
una hermana. Una hermana que más tarde olvidaría que sabía de ella y por alguna
razón alguien se la llevó a otro sitio y nunca pude volver a verla. Ella
siempre sonreía- Dijo con un brillo en los ojos- Aunque cuando finalmente la
encontré esa sonrisa había cambiado aunque su brillante mirada no.
-¿No estarás
diciendo que es tu hermana verdad?- Rio Ada.
Por un momento sentí como miles de agujas atravesaban mi cabeza. Esa sensación. Otro recuerdo bloqueado. Esta vez era demasiado así que sentí como me sucumbía en la oscuridad a medida que me sentía más adolorida
***
Abrí los ojos. Estaba en una habitación. Los rayos de luz se filtraban por la ventana he iluminaban la blanca habitación. Iba vestida con un pijama largo de tela, confortable. Al intentar levantar mi cabeza sentí dolor y se me escapó un quejido.
-¿Estas bien?- Preguntó Edgard. Asentí con los ojos. Durante unos instantes estaba aún dormida pero me desperté por completo al verme en pijama. ¿Qué demonios? Sentí mi rostro calentarse
-¿Dónde estoy? ¿Porque
estoy en pijama?- Pregunté rápidamente subiendo instintivamente las sabanas a
la altura de mi pecho. Edgard abrió los ojos totalmente sorprendido ante mi
actitud y una leve sonrisa se le escapó.
-Estás en mi
habitación y antes de que digas nada, Ada te ha cambiado, no esto tan
interesado en ti- Rio y levantó una ceja al ver mi cara asombrada.
-Vale- me limité
a decir. En ese momento unos ojos miel se me vinieron a la cabeza y mi rostro
se volvió serio. Él lo notó y me cogió de la mano rápidamente. Me miró a los
ojos y una intensa electricidad nos envolvió.
-¿Necesitas
prepararte para oírlo? - Preguntó algo nervioso. Negué con la cabeza. Sabía en
que había pensado.- Te dije que te explicaría algo de lo que te pasa y por lo
general no hago esto pero te desmayaste cuando te lo dijo, entonces significará
algo.- Cerró sus ojos he instintivamente cerré los míos. Una chisma recorrió mi
cuerpo, dejándome sin aliento.
Estaba en otro sitio. Era el mismo paisaje de mi sueño de infancia con Edgard pero las hojas estaban secas y todo era frío.
-¡Ángela!- Me llamaba el pequeño Edgard. Su mirada estaba llena de temor- ¡Han venido, las sombras, han venido!- Gritaba el niño corriendo hasta llegar donde estaba mi pequeña yo. Hice una mueca y entonces lo cogí de la mano corriendo hacia donde una mujer mayor. La mujer al escuchar eso los llevó a la casa. Los seguí. La anciana recorría cada rincón buscando algo desesperadamente. Lo encontró. Una llave de cobre.
La mujer los llevó al sótano donde una tenue iluminación les dejaba ver.
-Ángela cariño- Dijo la mujer dulcemente. Le acarició el rostro- No quería que esto pasara nunca pero no puedo protegeros más, hay una guerra, recuerda esto cariño. Tus padres te querían por eso fueron a la guerra contra las sombras. Ellos dieron la vida por todos vosotros, junto a todos los padres de los demás.
-Señorita Grender…-
Dijo mi yo pequeña cogiendo sus mechones blancos.
-Te quiero mucho pequeña,
pero el consejo tendrá que decidir- Diciendo esto le dio un beso en la cabeza y
luego miró a Edgard.- Cuando la encuentres tendrás que protegerla ¿De acuerdo? Promételo
Edgard.
-Lo prometo- Miró
a mi yo pequeño- Vamos Ángela- dijo el esbelto niño cogiéndole de la mano. La
señorita Grender abrió una puerta tapado por un armario, con la llave. Había un
pasadizo de piedra que conducía hacia a algún lugar remoto.
-Ángela, tu
hermana estará bien- Sonrió la señora y diciendo esto cerró la puerta dejándolos
en la oscuridad con la iluminación de pocas antorchas a los largo del pasillo.
Abrí los ojos con la respiración entrecortada. Los ojos me enrojecieron y sentí como una parte de mi lloraba en mi subconsciente. Edgard me observó.
-Entonces…
-Sí- Asintió
seriamente.
Escuché como una puerta se entreabría y la dulce mirada de aquella chica de quince años me observaba. La miré, mi corazón se encogió. Demasiadas cosas a la vez. Demasiados recuerdos. Sentí pánico y ella lo notó se sentó en la cama y pasó sus brazos alrededor de mi espalda, dándome conforte y cariño. Rápidamente un incontrolable llanto empezó a brotar.
-Marine…- Suspiré aliviada al recordar la culpa de no haberla llevado conmigo y Edgard cuando éramos pequeños.- Lo siento.
-No, no fue tu
elección- me tranquilizó- Las sombras fueron las culpables.- Miró a Edgard-
Gracias- Él asintió.
En cuestión de segundos entró Jack abriendo las puertas de par en par rápidamente buscándome. Estaba aginado por lo que veía
-Sherine, dios mío- Suspiró y miró a Edgard. Sus miradas representaban… ¿Competencia?
-Jack…- Murmuré-
Lo siento.
-No pasa nada- me
abrazó, su abrazo era tan cálido que hubiese podido quedarme así el resto del
día pero se separó segundos después mirando a Edgard con furia.
-¿A dónde la has
llevado?-Le preguntó cambiando de tono, uno frío y después me miró. Levanté una
ceja-¿Has recordado algo?- Dijo volviendo a su antiguo tono-¿Estas bien?- Miré
a Edgard y luego a Jack que esperaba una respuesta con una mirada
tranquilizadora.
-No, solo estaba
mareada por algo que pusieron en mi bebida- Sonreí-
Aun no estoy totalmente despierta ¿Recuerdas?- Dije siendo más convincente al
ver su gesto de sospecha. Al analizar esto durante escasos segundos asintió.
-Tengo cosas que
hacer y me gustaría que volvieses a la residencia…
-Estoy un poco
cansada Jack, volveré más tarde si te parece bien
-Claro- Me sonrió
y después miró a la Marine.
-Una nueva
criada, quien diría que era amiga de An…Sherine- Aclaró Edgard dedicándole una
forzada sonrisa a Jack.
Sus ojos azules se posaron en ella y la examinaron, después a mí y finalmente me dedicó una sonrisa como despedida
Respiré profundamente y miré a Edgard.
-Necesito saber más cosas sobre mi vida pasa Edgard.
-Losé pero no
podemos hacerlo tan rápido, podría hacerte daño- Dijo y asentí. Marine mi miró
y después a Edgard.
-¿Una cridad?-
Alzó las cejas- ¿Enserio?
-Tenía que sobreactuar,
sino ese tipo…
-Ese tipo no es
tan malo- Sonreí.
-¿Y porque no le
has dicho la verdad?- Preguntó sarcásticamente, no sabía que responder así que
callé.
Pasaron unos minutos hasta que finalmente alguien dijo algo.
-Tengo hambre-
Musitó Marine.
-Sí, será mejor
que bajemos a desayunar- Corroboró Edgard ayudándome a levantarme.- Tenemos
cosas que hablar, hoy en sábado así que… Tenemos tiempo
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada