Dark Night

divendres, 18 d’octubre del 2013

6- Un suspiro

Edgard salió de la habitación y nos dejó a Marine y a mi a solas para que pueda cambiarme y de paso hablar un poco más con mi hermana perdida. Estaba sentada en el bordillo de la cama mirando las suaves sabanas de la cama.

-¿Como sobreviviste? Quiero decir, cuando vinieron...- Dudé- las sombras quiero decir.- Marine me miró fijamente y se encogió de hombros.
-Ni siquiera lo se yo. Cuando llegaron a la otra casa... Un halo de luz apareció.- Dijo recordando aquel momento en su cabeza, sonrió- pensé que habías sido tú. La luz era pura y agradable y destruyó a las sombras.
- No puedo estar segura de eso, yo nunca he brillado ni sobresalido- Contesté intentando asociar a algo aquel sentimiento y apareció, Alice- ¿Alice está bien?
- Está abajo.- Suspiró y se preparó para decir algo pero la interrumpí.
-¿Le ha pasado algo?- Volví a preguntar. Ella se sentó más cerca de mi y puso su mano encima de la mía.
-Sigue siendo humana- Declaró- pero...Esta asustada por lo que vio anoche. Piensa que se ha vuelto loca.
-Tengo que hablar con ella
-Está en la habitación de la derecha.- Asentí y comencé a ponerme unos vaqueros y una camisa de manga larga que me había traído, lo que suponía yo, Ada.

Abrí la puerta para salir pero me detuve unos instantes

-Se que eres mi hermana, pero es difícil acostumbrarse. El sentimiento esta...Y espero recuperarme del todo.

Diciendo esto salí de la habitación. Cerré la puerta tras de mi y cerré los ojos. Cada recuerdo desbloqueado era algo que aceptar. Aveces demasiado difícil. Miré la puerta que estaba a la derecha, como había dicho Marine. Estaba a unos cuantos metros de mi, así que empecé a caminar hacia ella. Me paré en seco al escuchar como algo se rompía en la habitación.

-Maldición- susurré entre dientes y fui corriendo hacía ella. Abrí la puerta y pude ver como Edgard estaba sujetándola de los brazos. Una bandeja de comida estaba en el suelo y Alice estaba gritando.

-¡Dejadme! No sois reales, ¡No sois reales!- Sollozaba Alice. Verla me partió el alma. Sus ojos azules estaban irritados de llorar y su pelo alborotado. Al verme se quedó paralizada.

-Ángela... ¿Estas aquí? ¿Eres real?- Preguntaba corriendo hacia mi.
-Sí, Alice. Estoy aquí, tranquila- Le decía acariciándole la cabeza. Estaba temblando. Miré a Edgard, estaba agobiado con la situación.

-Alice- La separé para que me mirara- Tenemos que hablar.

La llevé hasta la cama para que se sentara y cogí una silla para ponerme enfrente de ella. Edgard permaneció en una esquina, observando la escena.

- Ángela, sácame de aquí. Son monstruos.- Decía ella cogiendo mi mano- Tengo miedo.
-Alice... No son monstruos.- Suspiré- Yo soy una de ellos

Alice me soltó la mano y me miró horrorizada.- Tú no eres Ángela. ¡No lo eres! - Volvió a gritar pegándome en la mejilla.
-¡Oye!- Espetó Edgard pero lo paré con la mano. Miré a Alice. Seguía mirándome como si fuera un inhumana¿O lo era?
-Escucha, ¿Crees que si no fuera Ángela tendría esto?-Señalé el colgante. Su mirada se ablandó y de pronto lágrimas brotaron de sus ojos.
-El collar- susurró y me miró apenada con sus ojos azules. Tan triste.- Lo siento- Se disculpó- pero siguen siendo monstruos. ¡Me atacaron!
- Nosotros no te atacamos- Dijo Edgard enfadándose- ¡Estarías muerta si no fuese por nosotros! No sabes de lo que hablas eres una orsevha... Nosotros te ayudamos, los que te atacaron fueron otros, no exageres por como somos.

La voz de Edgard resonó por toda la habitación. La luz iluminaba su pelo rubio haciendo ver de un plateado casi blanco. Sus verdes ojos estaban posados en Alice, mirándola con odio.

-Los de tu raza solo sabéis exagerar.- Dijo. Alice lo miraba con cierto recelo y estupefacción. Se sentía mal por hablar así de nosotros siendo ella una defensora de los derechos humanos. Aunque no eramos del todo humanos la verdad.

-Lo...Lo siento. No entendía muy bien lo que pasó... Yo...Yo solo tenía miedo
-Típico de vosotros, cuando tenéis miedo, solo sabéis culpar a los demás.- Me miró.
-Alice, esto no cambia lo amigas que somos. Soy yo, Ángela ¿No lo entiendes?- Pregunté sabiendo que yo tampoco lo entendía bastante bien  que mi reacción fue muy parecida a la suya la primera vez.- ¿Confías en mí?- Pregunté. Hubo silencio.

-Sí.Confío en ti- Dijo finalmente.

***

Estaba mirando por la ventana, me gustaba ver la nieve. Sonreí. El aroma me llamó la atención otra vez a mi realidad. Alice estaba en la mesa, Edgard y Marine también. Estaban en silencio. Deseé haberme quedado mirando la nieve.

-Bueno- Empezó Edgard- Creo que tendría que llevarte a tu cuidad. Menor de edad desaparecida. No pinta muy bien.- Alice asintió con la cabeza
-No puedo...Decir nada ¿Verdad?-
-Lo mejor sería que no- Confirmó Edgard- A no ser que quieras entrar a un psiquiátrico.

Mi mejor amiga estaba confusa pero había comprendido todo lo que le había podido explicar. O al menos lo que yo entendía.

-¿No me puedo quedar?- Preguntó
-No, eres una orsevha. Estarías muerta en días.
-Quizás no- Se apresuró a decir Marine. Cerró los ojos y suspiró dejando que su cuerpo se tambaleara.
-¿Marine?- Pregunté- ¿Te encuentras bien?
-Sí, es solo que...- Miró a Edgard

Él se llevó la mano a la frente y maldijo en voz baja. Un pequeño temor se apoderó de mi. ¿No sería...?

-Acabo de recibir un vinculo - Marine  me miró y después a Alice- ¿Lo sientes?- Ella dudó pero luego afirmó con la cabeza.
-¿Que va a ser?
-No lo sé Edgard. Sabes que...- Él asintió con la cabeza. ¿De que estaban hablando?
-¿De que habláis?- Pregunté. Marine seguía mirando a Alice
-Solo puedo decirte que está vinculada a mi y lo más posible es que se acabe convirtiendo en algo.
-¿¡Qué!?- Preguntó alarmada Alice- Entiendo lo que sois pero...¡Yo no quiero ser una!

Marine se levantó, estaba inquieta... Caminaba de un lado de la habitación a otro.

-No es posible- Negaba con su cabeza- Te dí muy poca sangre.
-¿Entonces que es este vinculo raro?- Se levantó- Ángela, por favor- Miré a Edgard, sus ojos verdes analizaban la situación.
- Por lo que veo, esta orsevha ahora está en transición... Podrías irte, ser encontrada alguna sombra y morir por no saber como controlarte o usar tus dones- Me miró- O podrías quedarte es mi residencia como una alumna de esta academia.
-Me quedo- Rodé los ojos a Alice- Me quedo Ángela.

Tenía algo extraño me decía, pero era Alice ¿Qué mal podría pasar?

-Está bien- Finalizó Edgard- Alice, a partir de ahora será una alumna de este colegio ¿Sabes que significa eso?- Ella negó la cabeza. Edgard me miró un poco preocupado.
-Nos ocuparemos de cubrir tu desaparición diciendo que te has ido a un internado en otro país. Tus padre no te verán en mucho tiempo... O si tu caso es vampirismo, nunca.- Alice se quedó pensativa, eso era demasiado fuerte de aceptar me dije.
-Está bien, lo acepto- Dijo con voz clara y firme. La miré extrañada, parecía...distinta.

En ese ambiente de tensión algo me llamó la atención por lo que pude ver también al resto. Marine miró todo con sus ojos ámbar, pero parecía dorados en esa luz. Salió corriendo hacía el exterior.

-¡Marine!- La llamé pero antes de que pudiera llegar al jardín nevado escuché un grito de dolor. Al dar la vuelta al muró pude ver algo que no me esperaba para nada
-¡Déjame!¡Déjame!- Se quejaba un chico al cual Marine lo tenía inmovilizado por los brazos
-¡Suelta a mi primo!
-Valla valla, al parecer un traidor está aquí- Sonrió Marine y lo lanzó contra un árbol. El niño que iba con él chico ahogó un grito.
-Joder- Se quejó
-¿Ian?- Pregunté al verle- ¿Qué haces aquí?- Miré curiosa su chaqueta rellena y su gorro de lana.
-Eso me pregunto yo- Dijo Edgard- Traidor, será mejor que tengas una explicación lo bastante buena para que evite darte una paliza...
-Es una larga historia- Miró a su primo y después a mi- Por favor Sherine.
-Llámame Ángela. Está bien.
-Primero prométeme que haremos un pacto de vasallaje
-¿Un qué?- Pregunté confundida.
-Un pacto de vasallaje idiota- Dijo Edgard- Consiste en que te jurará fidelidad a cambio de que le protejas. Aunque mi verdadera pregunta es..¿Por que?
-Te he dicho que es una larga historia. Por favor
-Mis hermanas nos persiguen. lo quieren matar -El niño pequeño estaba con ojos húmedos. Decían la verdad. Necesitaban ayuda. Cerré los ojos.

-Está bien

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